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‘Chicago’: su importancia en la evolución del cine musical

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Desde su lanzamiento en 2002, Chicago se ha convertido en un referente esencial en la historia del cine musical, no solo por su sobresaliente calidad técnica, sino también por la forma en que revitalizó el género para audiencias modernas. Este filme, inspirado en el aclamado musical de Broadway creado por John Kander, Fred Ebb y Bob Fosse, significó la resurrección de los musicales en el cine, estableciendo un hito en la percepción crítica y comercial de este tipo de obras.

Un enfoque estético y narrativo novedoso

El filme dirigido por Rob Marshall se diferenció de otras adaptaciones musicales previas al adoptar un enfoque audaz: entrelazar la narrativa diegética con números musicales que emergen de las fantasías de sus protagonistas. De esta manera, Chicago logra integrar la psicología de los personajes con coreografías vibrantes y puestas en escena lujosas, evocando la atmósfera de los cabarets de los años veinte en Estados Unidos. Este recurso permitió explorar temas como la fama, la corrupción y la manipulación mediática de una forma sarcástica y vigorosa, subrayando la vigencia de estos tópicos en la cultura popular.

Es importante resaltar el trabajo de coreografía, notablemente influenciado por el estilo de Bob Fosse: movimientos angulares, poses dramáticas y una energía casi felina que da una identidad única a cada secuencia. Canciones como “All That Jazz” y “Cell Block Tango” demuestran cómo la película logra combinar espectáculo y profundidad dramática manteniendo la cohesión narrativa.

Un elenco capaz de desafiar prejuicios

El reparto seleccionado para los roles principales generó discusión en su momento. Renée Zellweger, Catherine Zeta-Jones y Richard Gere no eran conocidos por tener antecedentes en el ámbito musical. Sin embargo, gracias a la cuidadosa dirección de Marshall, lograron presentar actuaciones destacadas y persuasivas, enriqueciendo la narrativa y desafiando la idea de que solo los artistas con experiencia en teatro musical podían protagonizar proyectos de este tipo en la gran pantalla. Este enfoque permitió abrir nuevas oportunidades en los musicales cinematográficos, demostrando que la capacidad interpretativa versátil podía ser esencial para captar una audiencia más amplia.

Destacan especialmente las transformaciones vocales y físicas del reparto, que se sometió a rigurosos entrenamientos tanto de baile como de canto. Catherine Zeta-Jones, quien interpretó a Velma Kelly y fue reconocida con el Premio Óscar a Mejor Actriz de Reparto, encarna este logro: su presencia escénica y soltura en la danza dotaron al personaje de una fuerza arrolladora, convirtiéndola en un paradigma de la femme fatale moderna.

Crítica recibida, galardones y huella en la industria

El triunfo de Chicago fue impresionante. Alcanzó una recaudación superior a los 300 millones de dólares globalmente y logró ser el primer musical en alzarse con el Premio Óscar a la Mejor Película después de casi treinta años, desde ‘Oliver!’ en 1968. En total, consiguió seis premios, incluyendo los de mejor diseño de producción, montaje, vestuario y sonido, lo que demuestra el aprecio tanto del público como de los críticos especializados.

La repercusión de Chicago fue más allá de los galardones. Tras su éxito, Hollywood despertó nuevamente el interés por los musicales, dando lugar a varios proyectos importantes como ‘El fantasma de la ópera’, ‘Dreamgirls’, ‘Los miserables’ y ‘La La Land’. Este renovado valor también se reflejó en la estrategia de promoción y publicidad: se decidió lanzar películas basadas en producciones teatrales, poniendo énfasis en el espectáculo visual y modificando los guiones para conectar mejor con la sensibilidad posmoderna. Además, el fortalecimiento de las figuras femeninas y la crítica a los medios masivos tomaron una importancia significativa en la elaboración de las narrativas musicales.

Interpretaciones estilísticas y culturales subsecuentes

Uno de los logros más notables de Chicago radica en la forma en que actualizó el lenguaje audiovisual del género, mediante referencias cruzadas entre el cine clásico y la estética videoclipera contemporánea. El montaje ágil, el empleo de planos secuencia, los juegos de luces y la edición rítmica constituyen recursos que inspiraron nuevas formas de abordar la música en el cine. A su vez, la película favoreció una visión más irónica y autocrítica de la fama, tan acorde con la sociedad hipermediatizada de inicios del siglo XXI.

En cuanto a la representación de género y sexualidad, Chicago tuvo la valentía de desafiar arquetipos. Las protagonistas femeninas no son simples objetos de deseo o figuras subordinadas, sino agentes de acción que manipulan, seducen y transgreden. Este matiz fue pionero dentro de los musicales de gran presupuesto, facilitando lecturas más sofisticadas sobre la mujer en pantalla.

Un fenómeno cultural y cinematográfico

Chicago representó mucho más que un simple éxito taquillero o una obra galardonada. Se convirtió en un símbolo de renovación, logrando articular las virtudes del espectáculo musical con la sofisticación del cine moderno. Su apuesta por integrar dramaturgia, ironía y virtuosismo técnico sirvió como catalizador de una nueva era para el género. Así, su huella se mantiene vigente, no solo a través de su influencia en producciones posteriores, sino también por la manera en que supo dialogar con los valores, preocupaciones y aspiraciones del público contemporáneo.

Por Otilia Adame Luevano

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