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Cuba responde a los esfuerzos estadounidenses en el Caribe

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Estados Unidos ha ampliado sus iniciativas para fortalecer su influencia en el Caribe, lo que ha resultado en un marcado alejamiento con Cuba, país que ha sido un socio importante para numerosas naciones de la zona. Este renovado interés de Washington en el Caribe surge como respuesta a la creciente presencia de China en la región, considerada por el gobierno estadounidense como una amenaza estratégica en su proximidad. En este marco, las autoridades cubanas han respondido con precaución, mientras que varios dirigentes caribeños se mantienen firmes en la defensa de sus vínculos con la isla, especialmente en lo referente a las misiones médicas cubanas.

Durante una serie de visitas efectuadas entre finales de marzo y comienzos de abril de 2025, Marco Rubio, el secretario de Estado de Estados Unidos, se reunió con líderes de diversas naciones caribeñas, entre ellas Jamaica, Guyana, Surinam, Barbados, Trinidad y Tobago y Haití. El objetivo principal de estos encuentros fue fomentar la colaboración en temas relacionados con la seguridad energética, la lucha contra el tráfico humano y la migración irregular, además de enfrentar la creciente influencia de actores externos como China. No obstante, lo que prevaleció en la agenda fue la controversia en torno a las misiones médicas cubanas, las cuales han sido un apoyo constante en varios países del Caribe.

A pesar de los intentos de Rubio de enfocar las conversaciones en otros temas, como la seguridad regional y la estabilidad política, las misiones médicas cubanas volvieron a ser el centro de atención. Durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, Rubio condenó las condiciones en las que, según él, los médicos cubanos operan en el extranjero, sugiriendo que estas misiones son un tipo de «trabajo forzado». En respuesta, Holness destacó la vital importancia de los médicos cubanos en su país, argumentando que han sido cruciales para suplir el déficit de personal sanitario en Jamaica.

Este intercambio pone de manifiesto el conflicto entre los intereses de Estados Unidos y las prioridades de los países caribeños, quienes aprecian el aporte de Cuba en el sector de la salud. A pesar de las objeciones de Washington, varios mandatarios caribeños han respaldado públicamente la colaboración con Cuba. Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas, afirmó que las críticas estadounidenses a las misiones médicas eran infundadas, mientras que Mia Mottley, primera ministra de Barbados, destacó que estaba dispuesta a renunciar a la oportunidad de viajar a Estados Unidos si eso implicaba seguir apoyando a Cuba. De igual manera, Joseph Andall, ministro de Relaciones Exteriores de Granada, remarcó que su nación tenía una «obligación moral y ética» de apoyar a Cuba, especialmente en el área de la salud.

El desafío para Estados Unidos en esta situación es aún más complejo por el creciente papel de China en la región. Beijing ha realizado importantes inversiones en infraestructura y energía en países como Bahamas, República Dominicana, Jamaica y Surinam, y ha establecido proyectos que buscan fortalecer su presencia estratégica en el Caribe. Estados Unidos ha visto esto como una amenaza a su tradicional influencia en la región, que históricamente ha considerado su «tercera frontera». Las medidas adoptadas por la administración estadounidense, como las restricciones de visa a funcionarios cubanos y a aquellos que participan en las misiones médicas, buscan limitar la proyección de Cuba en la región, pero también han tensado las relaciones con los países caribeños, que no ven con buenos ojos las presiones externas sobre su soberanía.

Simultáneamente, la situación en Cuba está conectada de alguna manera con las tensiones internas de los Estados Unidos. Marco Rubio, un político con ascendencia cubana conocido por ser uno de los críticos más severos del gobierno cubano, ha utilizado su posición como secretario de Estado para introducir políticas contundentes hacia La Habana. Esto abarca acciones como volver a incluir a Cuba en la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo y las limitaciones impuestas a las misiones médicas. Rubio ha manifestado claramente que su meta es presionar al gobierno cubano hasta que ocurra un cambio político en la isla, además de afirmar que no está interesado en dialogar con el régimen cubano. Esta postura representa la línea estricta de algunos sectores del Partido Republicano, que permanecen escépticos frente a cualquier tipo de acercamiento con Cuba.

Sin embargo, la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba y el Caribe enfrenta algunas contradicciones internas. Por un lado, las medidas adoptadas por Rubio y otros miembros del gobierno estadounidense reflejan una agenda geopolítica clara, pero por otro, estas acciones chocan con la realidad de las relaciones diplomáticas de Cuba con el Caribe, una región donde la isla tiene una sólida base de apoyo. Los países del CARICOM (Comunidad del Caribe) han mantenido relaciones estrechas con Cuba durante décadas, especialmente en el área de salud, donde las misiones médicas cubanas han sido fundamentales para garantizar la atención sanitaria en muchas de estas naciones.

El desafío para Estados Unidos es gestionar sus objetivos estratégicos en el Caribe sin distanciar a las naciones de la zona, las cuales consideran que Cuba es un aliado esencial. A pesar de las restricciones y medidas diplomáticas, Cuba continúa siendo un agente importante en la zona, y las acciones de Washington podrían, a futuro, fomentar el vínculo de Cuba con sus amigos caribeños, mientras que complican la colaboración de Estados Unidos con una región que considera vital para sus propios propósitos.

Por Otilia Adame Luevano

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